En el contexto del consumo de drogas, las personas pueden, en algún momento, decidir abstenerse de consumirlas tras un consumo crónico. Los adictos recurren al consumo crónico, seguido de periodos de abstinencia y, en muchos casos, recaen. Los adictos deciden abstenerse debido a las consecuencias negativas que suelen asociarse con la droga. El tiempo de abstinencia puede variar según la persona.
En muchos casos, las personas recaen y el ciclo comienza de nuevo. Existen varias formas de abstinencia. Dos de las más comunes son la forzada y la voluntaria. La abstinencia voluntaria se refiere a la decisión activa de la persona de dejar de consumir la droga. La abstinencia forzada ocurre cuando se retira a la persona del entorno de la droga, lo que le impide acceder a ella.
Un ejemplo de abstinencia forzada es el tratamiento de rehabilitación hospitalaria o el encarcelamiento. Hay tres desencadenantes principales de recaída: el estrés, la reexposición a la droga y las señales asociadas a ella. Una persona puede recaer si se enfrenta a una situación estresante que la obligue a volver a consumir la droga que solía consumir.
Si la persona se encuentra en un entorno donde está en contacto con la droga, puede sentirse obligada a consumirla (por ejemplo, alguien que está practicando la sobriedad se encuentra en un bar y vuelve a consumir alcohol). Finalmente, las señales asociadas a la droga pueden ser el entorno en el que la persona solía administrarse la droga o el olor a cigarrillo.
Las personas informan que, al estar en abstinencia, cuanto más tiempo pasan sin consumir la droga, mayor es su ansia. Esto se ha definido como el efecto de incubación.
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